
Gulliver en Liliput
Jonathan Swift
Más cuentos del autor »Corría el año 1669 cuando Gulliver se embarca de nuevo en un navío que hace la ruta de las Indias. En el océano austral se enfrenta a una tormenta.
Gulliver en Liliput
Érase una vez un médico llamado Gulliver, ejercía su profesión en Londres pero el dinero que ganaba no era suficiente para mantener a su familia. Tenía experiencia como marinero y después de consultar con su esposa decide buscar suerte haciéndose a la mar. Durante seis años hace varios viajes, lo que le permite aumentar su fortuna y conocer de cerca las costumbres de numerosos países.Corría el año 1669 cuando Gulliver se embarca de nuevo en un navío que hace la ruta de las Indias. A su paso por el océano austral, una noche, estalla una fuerte tormenta. Durante horas, las grandes olas azotan violentamente el navío hasta que la embarcación hace aguas. Pero antes de que el barco sea devorado por el océano, Gulliver y un gupo de marineros se suben a un pequeño bote salvavidas. La pequeña embarcación difícilmente se mantiene a flote en la furiosa tempestad. Una gran ola hace volcar la barca y los marineros caen en las agitadas aguas. Gulliver lucha por mantenerse a flote y antes de perder sus fuerzas encuentra un tablón al que aferrarse. Finalmente la marea lo arrastra hasta una desconocida playa. Extenuado y al límite de sus fuerzas, Gulliver pasa la noche durmiendo profundamente.
Cuando despierta se da cuenta de que está atado de la cabeza a los pies y se encuentra rodeado de personas de tamaño reducido, no más grandes que la palma de su mano. Atónito, Gulliver mira a esos seres diminutos que lo contemplan con la misma estupefacción. Levanta la cabeza, lo poco que le permiten sus cabellos atados al suelo, y siente como cientos de alfileres se clavan en su cuerpo. Son pequeñas flechas disparadas por un ejército de diminutos que tienen miedo de que el gigante se levante y los aplaste.
Gulliver es tan grande que se convierte en un asunto de estado, siendo el mismísimo rey quién reclama su presencia en Liliput, la capital del reino. Lo llevan ante la presencia de su majestad y firma un escrito conforme no agredir a los pequeños ciudadanos de ese país. En el escrito también dice que Gulliver deberá ser útil a la ciudad ayudando a construir edificios y puentes para asegurar la prosperidad del reino. Y como compensación por su trabajo, tendrá comida y un techo bajo el que cobijarse, además será libre de ir a cualquier parte de la isla. El hombre montaña, como sería llamado desde entonces, se convirtió en ciudadano liliputiense con los mismos derechos y deberes que los demás habitantes.
Al cabo de unos días, su majestad reclama la presencia de Gulliver para tratar un asunto de extrema importancia. Según los informadores del rey, el país vecino de Liliput, Blefuscu, tiene intención de invadirlos. Los dos países llevan en guerra desde hace años por una disputa acerca de cómo cascar los huevos hervidos. El rey liliputiense quiere utilizar a Gulliver para ganar la guerra y poner fin de una vez por todas a tantos años de conflicto. Gulliver acepta, y es informado de todos los secretos de estado relacionados con Blefuscu. Se le entrega un mapa con los detalles de la isla vecina y donde tienen amarrada la flota con la que pretenden atacar Liliput. El plan es ir al lugar donde fondea la flota enemiga, atar con una cuerda todas sus naves y llevarlas de regreso a la costa liliputiense. Así fue como Gulliver lo hizo, y además de conseguir las naves enemigas, también capturó un buen número de soldados que pasaban la noche en los barcos.
Todo el pueblo fue al puerto a recibir a Gulliver, miles de pequeñas personas abarrotaban las calles aclamando a su héroe. Ese día fue declarado fiesta en todo el reino y el soberano de Liliput agradecido por el éxito de la maniobra, entregó a Gulliver una condecoración por el mérito a su gran hazaña. Después de que Gulliver capturase la flota enemiga, Blefuscu fue reducido a provincia liliputiense y todos los partidarios del reino caído serían condenados a muerte. Por consejo de Gulliver, ningún noble del antiguo reino de Blefuscu debería ser castigado con la pena capital. Así el nuevo soberano sería recordado como benévolo y generoso. Numerosos ministros no estaban de acuerdo con esta idea pero el rey de Liliput acepta el consejo de no castigar a nadie.
Los liliputienses vuelven a su vida normal, todos quieren a Gulliver, lo saludan por la calle y quieren subirse a sus hombros para sentirse como un gigante. Si bien antes era popular por su gigantesco tamaño, ahora Gulliver es querido y respetado por su gran valor para con el reino. Incluso se gana la confianza del soberano que lo toma como consejero de estado.
Pero aumentan los ministros y consejeros del rey que tienen envidia de Gulliver. Consideran que es una amenaza y planean acusar de traición al hombre montaña. Entonces recuerdan al rey la negativa por parte de Gulliver de castigar al país vencido, y añaden la mentira de que piensa usurparle la corona. El rey confía en su séquito y alarmado por las declaraciones de sus consejeros da la orden de busca y captura contra Gulliver que será juzgado como traidor al reino.
Gulliver tiene muchos enemigos en la corte, pero también tiene un amigo que le advierte de la intención del soberano de juzgarlo. Convencido de que el rey no piensa cambiar de idea, Gulliver se esconde. La noche siguiente reúne la flota en miniatura que había capturado tiempo atrás, y la lleva de vuelta a su lugar de origen, en el puerto de Blefuscu. Cuando sus habitantes ven que Gulliver les devuelve su flota de barcos, comprenden que no tiene malas intenciones y lo llevan junto al rey destronado. Gulliver no esperaba ser tan bien recibido después de haber robado todos los barcos de ese pequeño país. Y después de contar la historia de su infortunio en Liliput, el que una vez fue soberano de la isla le ofrece permanecer en allí todo el tiempo que necesite. Así el reino de Blefuscu queda restablecido y el buen rey vuelve a ocupar su trono.
Un día explorando la nueva isla, Gulliver descubre en un acantilado una barca de su tamaño. La buena fortuna hizo que la marea arrastrara la barca a ese lugar, probablemente un navío la perdió cuando atravesaba una tormenta. Sin tiempo que perder, Gulliver visita al soberano de la isla para pedirle ayuda, y el rey pone a su disposición los hombres y el material necesario para recuperar y reparar la barca. Después de varios días de duro trabajo, la barca está lista.
Antes de partir, Gulliver agradece al rey y a su pueblo la hospitalidad y la amabilidad recibida. Notablemente emocionado de poder volver a su casa, se despide del pequeño rey y de las tierras de los diminutos reinos.
Pero un difícil viaje le espera. Los días pasan en alta mar, está solo, a bordo de una pequeña embarcación y a merced de la mar y las inclemencias del tiempo. La comida y el agua se van agotando y Gulliver va perdiendo la esperanza de ser rescatado. Cuando un día, al alba, divisa en el horizonte un pequeño punto que se va acercando. Si, es un barco. Lo han visto, van directamente hacia él y Gulliver llora de alegría.
Semanas después Gulliver llega a Londres, donde su mujer y amigos lo reciben con una calurosa bienvenida. Lo daban por muerto después del naufragio del barco en el que viajaba, pero ya está en casa, sano y salvo. Tiene una gran historia que contar a todo el mundo; las personas diminutas, el reino de Liliput, los reyes de los países enemigos. Pero, ¿quién podría creer esta extraña historia?. Gulliver está contento de volver con su familia y amigos pero siente la llamada del mar y sabe que le aguardan nuevas aventuras.
FIN